Por: Bryan Acuña Obando.
En
respuesta al artículo “La solución es un Israel laico”, del
Señor Víctor Hurtado Oviedo, quisiera comenzar diciendo que la
religión no es un problema para adquirir la nacionalidad israelí,
de hecho los hay musulmanes, cristianos, drusos, judíos, todos
israelíes con los mismos derechos, más no así con las mismas
obligaciones, ya que al menos los musulmanes no tienen obligación de
hacer servicio militar para no ponerlos en una encrucijada con sus
familiares y vecinos.
También
quisiera indicarle al señor Hurtado que además de las negociaciones
de Camp David del año 2000 que fueron interrumpidas abruptamente por
el Rais Yasser Arafat para lanzar la Segunda Intifada, hubo un plan
de partición propuesto por Ehud Olmert, rechazado por Abu Mazen en
el año 2008.
Comienzo
con la pregunta, será la propuesta de un Estado Binacional Laico la
solución? Ciertamente quien plantee esta idea desconoce las
diferencias ideológicas entre clanes palestinos para poder llegar a
un acuerdo sobre negociar o no con Israel. Cuando se decidió
realizar el Plan de Partición a finales de los años 40, se había
planteado la idea de un único Estado para ambos pueblos, pero por
los roces existentes la solución no era factible y por eso se
plantea dividir la zona, 68 años después replantear esta idea puede
estar basada en buenas intenciones, pero las circunstancias de ambas
poblaciones no lo hace factible.
Por
ejemplo, cómo resolver el patrocinio económico de Irán o Qatar a
las agrupaciones islamistas de Gaza para mantener el “Estatus Quo”
de conflicto contra Israel. O las disputas entre clanes palestinos
para determinar la administración del poder, además de los sistemas
educativos palestinos principalmente en el enclave costero,
patrocinados hasta por la UNRWA donde se adoctrina para asesinar
israelíes.
La
Resolución 181 de 1947 que dividía el territorio de la restante
Palestina administrada por los Británicos para otorgar el Hogar
Nacional Judío (Propuesto en la Declaración Balfour y ratificado en
la Conferencia de San Remo), lo cual es una definición política no
religiosa y en la Declaratoria de Independencia garantiza el acceso a
los judíos de todo el mundo que quieran adquirir la nacionalidad
israelí (lo que no es automático sino que pasa por supervisión de
la oficina de absorción) sin privar de los derechos a las otras
minorías nacionales.
Las
leyes de Israel no se basan en el Talmud sino en las normas básicas
establecidas al fundarse el Estado y luego por leyes complementarias
dictadas por el parlamento que es Unicameral, que lo compone grupos
nacionales. Muchas leyes posteriores fueron establecidas por
jurisprudencia (al estilo del “common law” anglosajón),
combinado en parte con el sistema continental francés, por medio del
Derecho Turco Otomano vigente por 400 años que protegía minorías
poblacionales. Esto hace normas más flexibles que otras y aún sin
existir una constitución escrita, las leyes dictadas por la kneset
cumplen con ese rol y balancea posiciones entre religiosos y laicos.
Hay
jueces y juzgados para todos los temas, por ejemplo, los temas
religiosos competen a las cortes religiosas de cada línea. En esto
ejemplifico que hay un cuerpo de jueces musulmanes encargados de
aplicar la norma islámica (sharia) siempre y cuando esta norma no
viole las normas básicas del Estado ni las establecidas por el
Parlamento. Pero también hay jueces de familia, cortes de distrito,
cortes laborales, etc. Las cuales atienden solicitudes de todos los
ciudadanos israelíes sin discriminación alguna. Además, ciudadanos
palestinos han acudido a cortes israelíes que han fallado a su favor
en reiteradas oportunidades.
La
religión no es un problema en Israel, la mayor parte de la población
se declara laica o de posiciones religiosas conservadoras en cuanto a
los dogmas religiosos y hay libertad de culto en el país, basta con
estar en Jerusalén a ciertas horas del día donde se pueden escuchar
a los muezzins musulmanes llamando al rezo desde los minaretes, los
viacrucis realizados por la Vía Dolorosa y los rezos en el Muro
Occidental para darse cuenta que la religión al menos en Israel no
es un problema.
El
judaísmo además tiene un componente más allá de la religión y es
del vínculo con la tierra ancestral, de costumbres, tradiciones y de
historia que enriquecen más allá de tener una misma fe en común,
es un modo de vida que sobrepasa el aspecto espiritual y lo fortalece
al mismo tiempo.
Definitivamente
que no es la religión en Israel el problema, quizás sí lo sea
entre palestinos, donde los islamistas que gobiernan Gaza o que se
abren paso de vez en cuando en la Margen Occidental, no desean
renunciar a la “Tierra Santa Islámica” que ha sido contaminada
por infieles dhimmis judíos que la tienen bajo su poder en algo que
consideran una afrenta. Quizás en esos lugares su planteamiento sea
una excelente iniciativa, restando poder a los religiosos islamistas
y fortaleciendo a los moderados laicos para sentarse seriamente a
proponer un acuerdo definitivo, basado en Dos Estados para dos
pueblos.
El
que Israel sea el único Estado Judío en el mundo (en contra peso a
la cantidad de Estados de otras confesiones), es un problema solo
para quienes consideran que los judíos no tienen un derecho de
autodeterminación en una tierra que consideran su Estado, más si
este garantiza a sus ciudadanos no judíos derechos plenos, si la
posición fácil es desmantelar el único por ser Judío en el mundo,
insisto en que de nuevo no se ha comprendido el trasfondo del
conflicto y le hace el juego a los que hacen la agenda de los
radicales.
*Bryan
Acuña es Licenciado en Relaciones Internacionales de la Universidad
Internacional de las Américas, especializado en la temática de
Oriente Medio.
Excelente artículo amigo!
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