miércoles, 21 de diciembre de 2022

¿Saben qué es Yule?

El día del 21 de diciembre es una fecha muy especial, tiene lugar el solsticio de invierno: la noche más larga del año, el momento que marca el final de la oscuridad y la llegada de la luz. Es un momento mágico, celebrado por muchas culturas desde la Edad del Hierro, y quizás antes. En el Norte, donde la oscuridad es aún mayor y el frío también, el solsticio de invierno significaba el triunfo de la vida sobre la muerte. Era un momento de celebración recogida, las familias y los amigos se reunían ante el fuego para celebrar que estaban vivos y para recordar a los que se habían quedado por el camino. Era el Yule.

En la festividad de Yule, una celebración que podía durar varias semanas en torno al solsticio de invierno, se colocaba bajo techo un árbol que recordaba el Yggdrasil, el Gran Fresno de cuyas ramas penden los Nueve Mundos, incluyendo el de los hombres.

Se sacrificaba una cabra en honor a Thor (el dios de trueno nórdico conducía un carro tirado por dos machos cabríos de los que podía alimentarse y siempre revivían). La cabra era una ofrenda y terminó convirtiéndose en un símbolo de esta fiesta pagana, la que portaba las ofrendas.

Y en las tierras de Finlandia esta cabra se encarnó en un anciano que traía regalos llamado Joulupukki (cabra de Yule), más conocido por todos nosotros como Santa Claus o Papá Noel.

El País Vasco conservó su propia figura al respecto: el Olentzero, también relacionado con tradiciones muy antiguas que se celebraban en el solsticio de invierno.

Igualmente, en muchos pueblos del norte de España aún sobreviven festividades paganas relacionadas con el solsticio de invierno, como el Zangarrón, un demonio vestido de paja aterroriza cada invierno a los habitantes de Sanzoles del Vino o Los Carochos de Riofrío de Aliste, demonios con colmillos de jabalí; dos festividades señaladas en Zamora.

Así se convirtió Yule en la Navidad

Si todo esto que os cuento os resulta familiar (una fiesta con la familia y los amigos reunidos junto a un árbol, comiendo cordero y ofreciendo regalos)  es porque la Navidad procede de esta fiesta pagana llamada Yule.

En la Biblia nunca se cita la fecha del nacimiento del personaje redentor del cristianismo, es más, según cálculos basados en los datos aportados por los evangelios algunos expertos señalan que dicho personaje debió nacer en septiembre. Pero cuando el cristianismo comenzó a hacerse fuerte en el Imperio Romano hubo que elegir un día concreto para conmemorarlo.

Al igual que ocurrió con muchas otras celebraciones paganas (el solsticio de verano-San Juan, el equinocio de primavera-Pascua, Samhain-La noche de todos los Santos) los cristianos asimilaron las festividades locales del solsticio de invierno para fijar el nacimiento de su redentor: Yule en las tierras de los ‘bárbaros’ y la Saturnalia (una fiesta pagana en honor a Saturno) en el caso del Imperio Romano, que justo culminaba el 25 de diciembre con Natalis Invictis Solis, el nacimiento del sol invencible.

Parecía lógico que el redentor cristiano, que había venido al mundo para librar a la humanidad de la oscuridad, naciera en una fecha tan señalada como el solsticio de invierno, en el que la vida triunfa sobre la muerte. Si queréis saber más sobre esto, no os perdáis este exhaustivo texto de la historiadora Laia San José Beltrán sobre el origen de esta festividad nórdica del solsticio de invierno.

Recuperando Yule en la actualidad

En los países escandinavos e incluso en Gran Bretaña se han conservado algunas tradiciones originales de Yule, como quemar un gran tronco (cuenta también su versión en bizcocho de chocolate), colgar la cabra de paja que simbolizaba el sacrificio de la cabra a Thor o el Wassailing o Yulesinging, que es lo que nosotros conocemos como ‘pedir el aguinaldo’.

También hay comunidades que en la actualidad tratan de recuperar la festividad original de Yule, con su significado primigenio.

Me encuentro entre una de esas personas fascinadas por estas antiguas costumbres, así que no es de extrañar que también nacieran en el solsticio del invierno los protagonistas de Neimhaim, Ailsa y Saghan, dos jóvenes señalados por el destino para unir a dos pueblos antagónicos.

Fuente: Neim Haim

Notas: 

1. Lo acá escrito es de carácter descriptivo, no tiene como finalidad atacar u oponerse a ningún grupo religioso, de hecho personalmente la gente es libre de creer en el pastafarismo si quieren (https://cutt.ly/AhNztkn) yo no tengo interés discutirles su afición religiosa.

2. En la fotografía de abajo pueden ver un "altar Yule" moderno.

3. El texto fue levemente modificado sin alterar su contenido original.

4. El Yule se extiende desde el 21 de diciembre y hasta el 1ero de enero, así como se adoptó el 25 como día del nacimiento del redentor cristiano, el 1ero de enero por muchos años era catalogado como el día de la circuncisión de dicho personaje.


Altar de Yule


lunes, 6 de junio de 2022

Morir como cualquier animal

 


Por Dr. Jacobo Schifter

Una vez más tenemos el terror. Esta vez, el blanco fueron los hispanos en Texas. Este, como lo qué pasó en París o en San Bernardino,  no deja de provocarnos el terror de la muerte.

Cada uno de nosotros ha pensado qué terrible sería estar en un concierto,  en la fiesta de navidad o en una universidad y que de un momento a otro,  empiecen a matarnos. Nuestra imaginación vuela porque los medios no brindan ni fotos ni los reportes de los sobrevivientes para no «herir» nuestra sensibilidad. Entonces, solo sabemos que todo fue una «carnicería» en que unos fueron, como ovejas en el matadero, ejecutados y muriendo solos y aterrorizados.

La literatura sobre los estudios de la muerte, igual que los medios de información,  ha puesto énfasis solo en el miedo.

Pero esta no es toda la historia de los atentados. Existe algo más importante que pasa inadvertido y que evidencia que la muerte de los inocentes y los desvalidos no es solo terror.

En los campos de concentración alemanes, como en la discoteca de París o en la fiesta de navidad de  San Bernardino, o en el aula de Columbine, todos estaban condenados. La muerte los miró de frente.

Tanto en los atentados del 9/11 en que cientos tuvieron el gesto de llamar de los aviones guiados hacia las torres, sabiendo que morirían, para despedirse de sus seres queridos y manifestar su amor, como en la masacre de San Bernardino, en que el judío mesiánico, herido de muerte, tuvo el coraje de decirle a una compañera que se escondiera en el escritorio, y así salvarle la vida, o  en la discoteca de París en que unos protegieron a otros de las balas con sus cuerpos moribundos, o en los abrazos de consuelo antes de morir que se dieron los estudiantes universitarios en Columbine, los seres humanos comunes y corrientes morimos pensando en los demás.

Recientemente  en Texas, había pasado lo mismo. Jordan y Andre Anchondo se encontraban en la tienda Walmart en El Paso, EE.UU., cerca de la frontera con México, cuando un joven blanco ingresó armado con un rifle de asalto y empezó a disparar contra la gente.Ambos fallecieron intentando proteger a su bebé de dos meses. Gracias al escudo que formaron alrededor del niño, este sobrevivió al tiroteo masivo que dejó un saldo de al menos 20 muertos con heridas menores (fractura en dos dedos), provocadas probablemente por el peso del cuerpo de su madre al caer sobre él. La noticia del fallecimiento de Jordan se supo el mismo sábado, mientras que la muerte de Andre se confirmó el domingo. Elizabeth Terry, tía de la joven, le dijo a CNN que cuando sacaron al bebé -Paul- de debajo de su cuerpo, el niño estaba manchado con la sangre de su madre. Ahora en Uvalde las maestras murieron protegiendo a sus niños.

Esto es lo que nos hace a los seres humanos, y no así a las ovejas,  trascender la muerte y lo que nos hace morir sin miedo y acompañados:  el amor de los demás. Cuando alguien te da la mano y te ayuda, el terror tiene que disminuir y uno no muere solo. Solo los humanos somos capaces de pensar en otros aún cuando estamos muriendo.

Pero para el terrorista, no habrá  compañía en la muerte.

Morirá como cualquier animal.

domingo, 5 de junio de 2022

Al Aqsa

 


Por David Mandel.

Hay dos casos en la Biblia donde un protagonista paga por una propiedad, a pesar de que se la ofrecen gratis. Los teólogos explican que el pago fue hecho para que no quedasen dudas sobre quiénes eran los propietarios legales.

El primer caso es el de Abraham que insistió en pagar dinero a Ephron, el propietario de la cueva de Machpelah, a pesar de que este se lo quería entregar gratis. Abraham, que no tuvo reparos en regatear con Dios respecto al número de justos en Sodoma, aceptó pagar la suma exorbitante que le pidió el vendedor, ya que quiso ser reconocido como propietario legal, (Génesis, capitulo 23).

El segundo caso es el rey David, a quien el profeta Gad ordena que construya un altar a Dios en la propiedad que pertenece a Araunah el jebusita. Araunah le ofrece al rey entregarle gratis la propiedad, pero el rey insiste en pagar “el precio completo,” también para ser reconocido como propietario legal.  (2 Samuel, capítulo 24). David que había conquistado Jerusalén y la había convertido en su capital, adquirió con su dinero lo que hoy es la Explanada del Templo.

Su hijo Salomón construyó allí el Primer Templo, destruido por los babilonios en el año 586 AEC, reconstruido por los judíos que regresaron del exilio y ampliado y embellecido por el rey Herodes en el siglo 1 AEC, luego destruido por los romanos en la Gran Rebelión Judía en el año 70 EC. Los romanos y los bizantinos dejaron el lugar en ruinas durante siglos. 

Mahoma murió en lo que es hoy Arabia Saudita en el año 632 EC. Seis años después, sus sucesores, iniciaron guerras de expansión y conversión de otras naciones, y capturaron Jerusalén en el año 638 EC. 

Treinta años después, el califa Muawiya, construyó en la parte sur de la explanada una mezquita, a la que se llamó Qibli. En el año 691 el califa Abd al-Malik construyó, en el lado norte de la misma explanada, el santuario hoy llamado Cúpula de la Roca.

En el curso de los siglos, el nombre El Aqsa (“La Lejana”) que originalmente, se daba a la mezquita en Medina, fue transferido a la mezquita en Jerusalén, y sustentado con la leyenda de que Mahoma había volado en una noche de Meca a “la lejana mezquita en Jerusalén”. El hecho de atribuir a Mahoma un viaje alado a una mezquita construida décadas después de su muerte, no fue obstáculo para que los creyentes dudasen de ese milagro. Y así fue como Jerusalén se convirtió, después de Meca y Medina, en la tercera ciudad más sagrada del Islam.

En la década de los 20 del siglo XX, el Gran Muftí de Jerusalén, Muhammad Amin al-Husayni, furibundo antisemita, simpatizante y colaborador de Hitler, tuvo la “brillante idea” (desde su punto de vista) de fomentar el odio y los masacres de judíos en Palestina, especialmente en 1929 y 1936, de acusar a los judíos de querer destruir la mezquita Al Aqsa.
 
Esa acusación, como todas las otras acusaciones contra los judíos durante siglos (entre ellas, “los judíos han matado a Dios”, “los judíos causaron la Peste Negra envenenando los pozos”, “los judíos utilizan sangre de niños para confeccionar la matzá”, “los judíos se roban la hostia para torturarla”, y la actual “Israel es un régimen apartheid”) son tan absurdas, ilógicas y ridículas, que no se pueden refutar con argumentos ni hechos).

En Haifa está el Templo principal de Bahai. En Jerusalén esta la Iglesia del Santo Sepulcro, pero ni los creyentes de Bahai ni los cristianos han jamás acusado a los judíos o al gobierno de Israel de querer destruir sus lugares sagrados. Esa obsesión la tienen solo los musulmanes azuzados por sus gobernantes, (“Los judíos están profanando Al Aqsa con sus pies inmundos” declaró Mahmoud Abbas). Los musulmanes destruyeron las sinagogas del Barrio Judío de la Ciudad Vieja de Jerusalén durante los 19 años de conquista jordana y prohibieron a los judíos rezar en el Muro de los Lamentos. En la actualidad, los palestinos han destruido otro lugar sagrado judío, La Tumba de Josef.

En 1967, cuando los soldados israelíes liberaron Jerusalén, Israel pudo haber insistido en administración conjunta de la Explanada del Templo (como si se hizo en la Cueva de Machpelah en Hebrón). En vez de exigir nuestros derechos, destruidos 2,000 años antes por el general romano Tito, el general Moshe Dayan, judío secular, en un gesto de increíble, incomprensible, imperdonable y mal retribuida generosidad, entregó la completa administración de la Explanada del Templo al Waqf, institución musulmana dependiente de Jordania.

Hoy, los fanáticos musulmanes, continúan con la absurda e ilógica acusación de que los judíos quieren destruir Al Aqsa, una calumnia que ya está por cumplir 100 años pero que sigue tan virulenta como lo fue en la época del Gran Muftí.


sábado, 9 de abril de 2022

Toda guerra - Opinión del Dr. Antonio Barrios Oviedo



Toda guerra convencional tiene un tiempo limitado, decía Robert Green, en su libro sobre La Guerra. Esto por cuanto la guerra debe mutar hacia formas más radicales de lucha. Ucrania se encamina a eso, el curso de esta guerra la encamina a una Siria o en una Libia. Una amplia diversidad de grupos armados, no solo  autóctonos tales como Stepan Bandera, Praviy Sektor o el Batallón de Azov, provenientes de una extrema derecha de la que nadie quiere hablar y muchos venidos de la Europa Occidental que ha expulsado a sus elementos más radicales, encontraron en Ucrania, no solo un hogar desde mucho antes de los eventos políticos del 2014, sino que luego de ese año se han armado al punto de servir como paramilitares en la presente guerra. 


Además las células del Estado Islámico podrían encontrar en la guerra ucraniana una oportunidad en su oficio de guerra para luchar contra Rusia. Del lado de Oriente, Rusia aporta a la guerra en Ucrania, aparte de su presencia militar, a miles de comandos chechenos musulmanes radicales al mando del presidente de Chechenia Ramzán Kadirov, quien le debe lealtad total a Putin. Con esta diversidad de grupos, Ucrania podría deslizarse hacia una guerra civil, y que podrían cambiar radicalmente los objetivos geopolíticos de esta guerra. 

Los actores formales en la guerra en Ucrania en algún momento deberá salir de ahí, dejarán a las guerrillas y a los paramilitares matarse entre sí, los peones de las guerras subsidiarias, cada uno con sus creencias o escalas de valores religiosas, históricas o ideológicas. Una guerra por delegación (proxy war, en inglés) en conflictos donde una potencia utiliza a terceros actores (ya sean otros Estados, grupos guerrilleros u organizaciones terroristas) para defender sus intereses. Guerras como las de Siria, Libia, Yemen, Irak o Afganistán y ahora en Ucrania, han vuelto a la primera plana este concepto, históricamente vinculado a los enfrentamientos que se vivieron durante la Guerra Fría como Vietnam o Afganistán, donde la URSS y Estados Unidos utilizaron a diversos intermediarios para evitar una conflagración directa. 

En el mundo multipolar de hoy, vemos como las potencias regionales también recurren a estas "proxy wars". Guerras subsidiarias elevan la temperatura en Europa, acostumbrados a promoverlas en otros continentes, tendrán la suya en el corazón de Europa. ¿Inconcebible verdad, dirían muchos, más acostumbrados a creer que eso solo es posible en el resto del mundo "incivilizado". Pues así Europa poco podrá hacer para cambiar el curso de la guerra en Ucrania, ya se abrió la puerta a un semillero radical en este país enclavado en medio de los resabios de guerra fría, de hegemonía, poder y control, aún existentes entre Washington y Moscú. Si esto se llegara a cumplir, la guerra en Ucrania con estas características aquí descritas, promete ser peor a la guerra y posterior desintegración en Yugoslavia, donde el principal responsable fue el Occidente de ese entonces, que creo en poco o nada ha cambiado.

domingo, 23 de enero de 2022

Estimados candidatos: quiero propuestas, no tiktoks


Por: Melany Mora*


Pensar en estas elecciones me hace respirar hondo. Celebro profundamente vivir en una de las democracias plenas de Latinoamérica, pero lejos de la esperanza, los sueños o las ilusiones que podría generarme un cambio de gobierno, estoy llena de angustia.


Sé que voy a hacer la tarea y que mi voto será informado, pero, a pesar de que hay 25 opciones en este álbum Panini que tenemos por papeleta, lamento verme obligada a votar por descarte.


Los jóvenes hemos sido históricamente el gran convidado de piedra en los procesos electorales; también, los olvidados de siempre a la hora de conformar gobiernos y tomar decisiones.


Representamos el 40% del padrón electoral, pero pareciera que los candidatos piensan que solamente deben hablarnos mediante tiktoks o haciendo hamburguesas.


No es de extrañar que el perfil de votantes indecisos (un 42,6% de la cantidad de personas decididas a votar) sea principalmente el de mujeres y jóvenes de entre 18 y 35 años. Pues claro, ¿cómo identificarnos con candidatos sedientos de poder que nos triplican la edad y ofenden nuestra capacidad crítica?


Se tiende a subestimar el voto joven como si hubiéramos sido nosotros los que hemos votado ciegamente por los mismos partidos durante 30 años seguidos, como si de un equipo de fútbol se tratara.


Se habla de que los “los jóvenes son el futuro”, que “no nos interesa la política”, pero lejos de un comportamiento político apático, somos el grupo poblacional que más ha dinamizado la actividad política en las últimas dos campañas electorales, según el Tribunal Supremo de Elecciones.


Más que el futuro, somos el presente. Así que no, no quiero verlos girar fingiendo ser helicópteros, quiero propuestas, ideas, soluciones.


¿Por dónde empezar? Tal vez atendiendo alguno de los muchos asuntos que nos preocupan como generación: la necesidad de una educación de calidad y su relación con la inserción en el ámbito laboral, la desigualdad de género o el calentamiento global, por citar algunos de los más mencionados en una investigación realizada en el 2021 por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).


Aspiro a que nuestros próximos dirigentes, como mínimo, nos garanticen los derechos humanos, con políticas inclusivas, teniendo el progreso como norte, que vean la cultura como un pilar vital para la sociedad y no como un ornamento, que logren reducir la odiosa desigualdad que nos frena y que le hagan frente a la crisis educativa que nos cobrará factura.


Y si no nos escucharon durante la campaña, resignada, pediré decencia. Un gobierno que haga lo mejor que pueda y una oposición que fiscalice lo mejor que pueda.


Espero que el nuevo gobierno deje de politizar cada decisión y de intentar polarizarnos para, al fin, remangarnos y trabajar juntos por Costa Rica.

Fuente: La Nación.

*Melany es comunicadora Audiovisual