domingo, 17 de febrero de 2019

Brojobs

Resultado de imagen para gays DAESH
Homosexuales en países musulmanes son ejecutados lanzándolos desde la azotea de un edificio

Jacobo Schifter
Hasta hace poco, la izquierda era totalmente homofóbica. En nuestras universidades de corte socialista, los homosexuales teníamos que estar escondidos. Mis amigos del antiguo Partido Vanguardia Popular, hoy Frente Amplio, tenían que vivir en el clóset. De cuando en cuando, los profesores gays sufrían desde bullying hasta intentos de despido.Lo mismo sucedía con la derecha. Si leemos el periódico La Nación, desde su fundación en los años de1940 hasta la fecha, las noticias sobre homosexuales estaban incluidas en Sucesos, o sea, eran noticias de criminales. Con respecto a los judíos y el sionismo, al principio, hubo apoyo de ambos grupos. Los judíos éramos vistos como una minoría perseguida e Israel un pequeño país amenazado por una horda de dictaduras oligárquicas y sangrientas del Medio Oriente.
Pero por arte de magia, todo cambió. Ahora, la derecha y la izquierda se nos hicieron pro palestinos y pro gays. Tenemos intelectuales como el Rector de la Universidad de Costa Rica y grandes dramaturgos como Perucci, o políticos como José María, que defienden a capa y espada los derechos homosexuales y atacan ferozmente a los judíos e israelíes que son los nuevos colonizadores, explotadores y usurpadores de la tierra y el pueblo palestino. Claro que todo esto es falso, pero no importa. Para la nueva derecha y la nueva izquierda, culpar a los judíos es el fármaco de 4000 años de historia. Sin embargo, existe un problema. ¿Cómo solidarizarse con los gays cuando en Palestina o en Irán, o en casi todo el mundo árabe, nos mandan a la horca o nos tiran desde las azoteas?
Pues no me lo van a creer, pero una nueva moda se está dando entre heterosexuales de izquierda que buscan contentarnos a los gays por su antisionismo y antisemitismo. Creen que con esto nos vamos a olvidar que nosotros jamás se nos ocurriría hacer nuestras bodas en Gaza o en Ramala. Después de todo, nos gustaría, después del matrimonio, tirar el bouquet en lugar de nuestra cabeza.
Como abejones de mayo, ha surgido un nuevo fenómeno. Surge de la combinación entre las palabras 'brother' (hermano/colega) y 'blowjob' (sexo oral). La creadora del concepto es la profesora de la Universidad de California Jean Ward, que el pasado julio publicó el libro ‘Not Gay: Sex Between White Straight Men’ ('No gay: sexo entre hombres blancos heterosexuales') causando gran polémica. Su definición es sencilla: es sexo entre un macho heterosexual con otro o con un gay.
Digamos que eres un progresista pero apoyas a Palestina y sabes que cientos, sino miles, de homosexuales han sido asesinados. Pues para que los gays no te critiquemos y te apoyemos cada vez que usas la palabra sionismo para expresar tus ideas progresistas, optas por ofrecernos un brojob. Según la autora del libro, un brojob incluye “sexo oral, penetración con los dedos, masturbación mutua, y todo aquello que se pueda hacer en unos pocos minutos, incluso penetración anal pero nunca besos y caricias”, sostiene la profesora, que indica que “"no se trata de atracción ni física ni emocional”. Es decir, es más que todo ser políticamente correcto o lo mismo que hacen las trabajadoras del sexo: todo menos besos con lengua. Algunos llaman a esto sexo a lo de Oscar Arias.
De acuerdo con Ward, los principales centros de promoción de los brojobs son, en su país, el fundamentalismo islámico y el evangélico y la izquierda progresista. Tres grupos que nos odian tanto que buscan darnos brojobs. Para constatar si esto es así, he querido entrevistar a los profesores de la Cátedra del Medio Oriente y a la bancada legislativa cristiana. Aunque he pedido reiteradamente una cita con algún diputado evangélico, la secretaria nos indicó que andaban en la farmacia comprando Listerine. En la Cátedra del Medio Oriente de la Universidad de Costa Rica, no encontramos profesores porque todos andaban de paseo en La Sabana. Ni qué hablar de Perucci. Me dijeron que no me podía atender porque andaba en el gastroenterólogo.
Antes nos cortaban, ahora nos chupan.