lunes, 5 de octubre de 2015

Invisibilizar a las víctimas y culparlas de su (m)suerte


Por Eliecer Feinzaig.

Hoy escribo con el corazón hecho trizas. En dos atentados terroristas ocurridos en los últimos 5 días, 4 niños israelíes quedaron huérfanos de padre y madre, y otros 8 niños quedaron huérfanos de padre. Con pena reconozco que inicialmente la noticia no me llamó mucho la atención. Algo hay, entre lo predeciblemente repetitivo de este tipo de noticia, y el que usualmente sean relegadas a los espacios que casi nadie lee de los diarios, que ha terminado por adormecerme la conciencia. Pido perdón, mil veces perdón, a las víctimas y a quienes les sobreviven.
Esta vez, sin embargo, fue la misma noticia escondida en una columna oscurecida del periódico la que me sacó de la modorra. En el pasado, atentados similares habían sido ignorados por completo por la prensa nacional, pero una vez que el Estado de Israel tomaba decisiones y actuaba contra los terroristas y sus patrocinadores, podíamos estar seguros del titular a 6 columnas: Israel mata a dos palestinos en acción de represalia. Y a veces, sin siquiera hacer el “favor” de mencionar que era una reacción a un atentado previo. ¿Para qué?
Los diarios costarricenses tienden a dar poca importancia a los eventos internacionales, lo cual se refleja en la ausencia de contenido generado localmente, tal como análisis e interpretación de los eventos. Las noticias que nos presentan son lo que en el gremio periodístico se conoce como “enlatados”: reproducción de textos recibidos de las agencias internacionales de noticias. Nadie cuestiona la veracidad de la noticia ni la agenda oculta detrás de la forma de presentarla; si lo dice EFE, AFP, Reuters o AP, debe de ser la verdad revelada.
Terrorista palestino mata a dos personas en Jerusalén. Nadie sabe quiénes son las víctimas, según AFP.
En este caso, La Nación decidió reproducir un cable de la Agence France Presse (AFP). El titular, que sospecho fue puesto en la redacción de Llorente, decía: “Palestino asesina a dos personas”. Sospecho de la autoría local de ese titular, por cuanto nadie en la AFP hubiera cometido la novatada de llamar “personas” a un par “sales juifs”.
El titular duele, sin embargo, por lo que no dice. Usualmente las víctimas del terrorismo son identificadas por su origen nacional o religioso. Estado Islámico decapita a 27 yazidíes. Colono israelí lanza bomba incendiaria contra familia palestina. Boko Haram secuestra a 200 niñas cristianas. Nunca las víctimas son “solo” personas, excepto cuando se las pretende invisibilizar. Y en el conflicto del Medio Oriente, de unos años para acá, las víctimas judías no cuentan.
La pretensión de invisibilizar a las víctimas es confirmada en el texto de la noticia. “La identidad y la nacionalidad de las víctimas no se precisaron”, nos dice el vagabundo redactor de esa nota, que no se tomó la molestia de averiguarlo. ¿Quiénes iban a ser las víctimas de un ataque terrorista cometido en Jerusalén y reivindicado inmediatamente por la Yihad Islámica? Le aseguro que no eran pigmeos congoleses de paso por el casco antiguo de Jerusalén.
La sal en la herida la puso el cable de la agencia española EFE, que escogieron reproducir el Diario Extra y crhoy .com. Este no incurre en el crimen de ocultar la identidad de las víctimas. Comete uno peor: culpar a las víctimas de su suerte.
Este bebé es un extremista judío que merecía ser atacado por sus actividades antipalestinas, según la agencia noticiosa española EFE.
La Extra lo titula, correctamente, “Dos israelíes muertos y tres heridos en ataque palestino” (http://bit.ly/1FOvzFl), mientras que crhoy .com lo titula de manera un tanto menos sensacionalista, “Dos israelíes muertos en un ataque palestino en Jerusalén” (http://bit.ly/1L0K1GV). Todo bien hasta aquí. Pero luego nos tratan de dar un poco de contexto y explicar quiénes eran las víctimas: “Las visitas de extremistas judíos que tratan de rezar en el lugar (en el que está vetado el rezo no islámico) y los ataques de los palestinos que intentan impedir su presencia han provocado en las últimas semanas un aumento de tensión.” Aquí confundieron papas con chayotes, y no se trata de un error inocente.
Los judíos tenemos un único lugar sagrado en el mundo, y es donde en el pasado estuvo el Gran Templo de Jerusalén. El Templo fue destruido durante la invasión romana, en el año 70 de la era común. En el año 710, es decir, 640 años más tarde, es construida en el mismo sitio la mezquita de al-Aqsa (http://bit.ly/1Ld0lrE), literalmente “la más lejana”, tercera en importancia para el Islam, luego de las de Meca y Medina.
Desde entonces, los judíos rezamos en lo único que queda en pie del antiguo Templo, el llamado Muro de los Lamentos. Este ni siquiera es una pared del Templo, sino un muro de contención de la explanada donde antes se erigía el Templo de Salomón, y donde ahora está la mezquita. A pesar de la importancia para la fe judía de la explanada del Templo, las autoridades religiosas musulmanas prohíben a los judíos rezar allí. Note, estimado lector, que no obstante estar Jerusalén bajo dominio israelí, los sitios sagrados del Islam están bajo control de las autoridades de esa religión.
La cercanía entre el Muro de los Lamentos y la explanada de la mezquita siempre ha sido fuente de tensión y problemas. Pero nunca ha estado vedado a los judíos rezar en nuestro Kotel. Una de las víctimas mortales del ataque del sábado, el segundo de la semana, se dirigía a rezar en el Muro de los Lamentos; el otro vivía en el vecindario y salió a tratar de ayudar a la primera víctima. Difícilmente podríamos considerar una amenaza para los palestinos a una pareja con un niño de dos años – el padre fue asesinado, la madre está conectada a un respirador en el hospital de Hadassa, y el bebé fue acuchillado en una pierna pero está fuera de peligro – o a un rabino, director de una escuela religiosa, y padre de 7 niños. No se trata de extremistas, a menos de que ser una persona de fe sea considerado un acto extremo en esta sociedad tan corrompida, ni tampoco estaban visitando la explanada “prohibida”. Ni siquiera estaban en el Muro de los Lamentos, lamentablemente tan cercano al acceso a la explanada. No, ellos simplemente caminaban hacia el Kotel por las sinuosas calles de la Jerusalén antigua.
A fin de cuentas, no sé qué causa mayor indignación entre el vulgar intento por borrar la identidad de las víctimas – Dios libre alguien pueda sentir compasión por unos cuantos judíos muertos –, y el asqueroso intento por culparlos de su suerte. Mi corazón hoy late herido e impotente, pero me voy a dormir con la certeza de que cuando Israel tome represalia – el terrorismo no se premia poniéndole la otra mejilla – a nadie le va a quedar la menor duda acerca de la identidad de víctimas y, sobre todo, victimarios. Porque si un árabe mata a un judío, nada pasa. Pero si un judío mata a un árabe, bien sea éste el más grande terrorista, eso sí enciende las hipócritas pasiones de Occidente.
Mientras tanto, concluyo concediéndole una pequeña victoria al terrorismo islámico. A mi hija que está allá le ruego: mi amor, por favor no vayas más a la “Ir Haatiká” – la ciudad antigua de Jerusalén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario