jueves, 8 de junio de 2017

La actual crisis en el golfo



En las últimas dos semanas hemos asistido a una serie interesante de eventos en la zona del golfo que demuestra la peligrosidad inherente del sistema regional debido a actores con intereses muy divergentes. 

En primer lugar el viaje del presidente de los Estados Unidos a Arabia Saudita ha significado para Riad dos cosas: En primer lugar la actualización de la vieja alianza forjada durante la segunda postguerra mundial (a pesar de que este país ha hecho de la ideología wahabita su interpretación oficial del Islam con todo lo que ello implica debido a que los principales grupos terroristas sunitas adscriben a esta posición) y en segundo lugar, ha fortalecido la percepción de que Irán es una amenaza regional tanto para Washington como para Riad.

Es por ello que no resulta sorprendente que el gobierno saudí haya interpretado esto como un “cheque en blanco” y pocos días después haya decidido (junto con su más cercano aliado regional, Emiratos Árabes Unidos) presionar al aliado díscolo, Qatar, que pretende llevar una política exterior más abierta hacia Irán (con quien comparte importantes yacimiento de gas) y no oculta su oposición ante la voluntad saudí de ser el líder regional árabe indiscutible del golfo.

La presión diplomática fue acompañada por los gobiernos de Egipto y Libia, dos aliados de Arabia Saudita y recibió el apoyo de Estados Unidos e Israel.

Lo paradójico es que Qatar es la base de 10000 tropas estadounidenses en la región, la más importante de hecho.

La decisión del gobierno de Irán y del de Turquía de apoyar a Qatar ha mostrado como se encuentran en estos momentos las alianzas de la región. El gobierno de Erdogan aprobó rápidamente una ley para permitir el despliegue de tropas turcas en Qatar donde desde 2013 hay una base de ese país.

Es un ejemplo más de la cercanía de las políticas exteriores de Ankara y Doha. Qatar y Turquía apoyan a los grupos vinculados con la Hermandad Musulmana que combaten contra el gobierno sirio y también apoyan a los grupos islamistas que combaten en Libia frente al gobierno libio reconocido internacionalmente y que cuenta con el apoyo de Arabia Saudita.

La decisión iraní, por su parte, de permitir a la aerolínea Qatar Airways usar su espacio aéreo y mostrar su voluntad de incrementar el intercambio comercial para evitar el estrangulamiento de la economía qatarí (cuyo única frontera terrestre es con Arabia Saudita y ha sido cerrada) ha generado, curiosa casualidad, el mayor atentado terrorista sufrido por la República Islámica de Irán en décadas.

El atentado en Teherán, en el Parlamento y en el mausoleo del Imám Jomeini, que dejó una docena de muertos y constituye es una ejemplo muy claro de la utilización del terrorismo de orientación salafista yihadista por parte de algunos estados de la región.

Ya sea que el responsable sea el Estado Islámico (ISIS) o los Muyaheddin-e-Jalq, lo cierto es que resulta muy inquietante que estados que acusan a otros estados de apoyar el terrorismo salafista-yihadista sean apoyados por los mismos teroristas!!

Se suele perder de vista que para los salafistas-yihadistas el primer enemigo no son los cristianos ni los judíos sino los musulmanes no sunitas, particularmente los shiitas.

Resulta muy claro que el denominado terrorismo salafista yihta es utilizado como una herramienta más en la guerra entre los estados con sus respectivos intereses nacionales. Cuando digo que es utilizado me refiero a que los estados pueden dar apoyo o simplemente dejar hacer a los terroristas cuando sus intereses así lo requieren.

Más allá de la gravedad de la situación, Arabia saudita y los Emiratos Árabes Unidos se han puesto en una situación muy compleja desde el punto de vista estratégico ya que no pueden volver atrás. O bien consiguen lo que desean de Qatar y el emirato se convierte en un apéndice de Riad o bien desisten de ello con las consecuencias que ello implica para su voluntad de ser las potencias regionales.

La crisis también ha demostrado que las organizaciones regionales más importantes, Consejo de Cooperación del Golfo y la Liga Árabe, son totalmente incapaces de resolver cualquier problema entre sus miembros. Son incapaces porque precisamente la ingeniería institucional que les dio origen tenía ese objetivo: Enmascarar intereses nacionales específicos bajo la apariencia de intereses comunes: los interés de Egipto en la conformación de la Liga Árabe y los saudíes en la conformación del Consejo de Cooperación del Golfo. Dicho esto de manera muy simplista.

En este complejo escenario, Alemania ha retirado sus tropas de la base dela OTAN en Turquía y el nuevo presidente francés (otro miembro de la OTAN) ha tomado la importante decisión de invitar al Presidente Putin a Paris para así demostrar que Francia está dispuesta a desempeñar un papel central en la política europea.

Habrá que esperar cual es la reacción de Rusia ante la crisis del golfo, seguramente Irán y Turquía intentarán, con diversos argumentos ganar su apoyo. La decisión de Moscú tendrá un impacto importante en el desarrollo de la crisis.

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Profesor universitario en el área de las relaciones internacionales

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